Cuenta Fernando el de Triana que tenía un compañero llamado Manolito el de Jerez, al que en cierta ocasión solicitó que le dijera la hora para poder poner el suyo en la hora correcta, pues se le había parado.
Manolito el de Jerez sacó su magnífico reloj de 18 quilates, lo miró y lo volvió a introducir en su bolsillo sin decir ni media palabra.
-Fernado con el reloj parado en su mano volvió a preguntar; "¿Pero qué hora es, Manolo?"
A lo que Manolo respondió; "¿Qué hora es?, lo menos te crees tú, ni nadie, que yo me he gastao sesenta duros en mi reloj pa que sepa ca uno la hora que es..."
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