Aunque a estas alturas Antonio Mairena, el Maestro de los Alcores, no necesite ninguna defensa me parece interesante mostrar algunas opiniones que ayuden a comprender su posición ante el flamenco y la vida en general, sobre todo para quienes siguen escribiendo con cierta malicia sobre su obra, que aunque impefecta, fue lo mejor que se escribió sobre flamenco en su tiempo y siempre será un referente para todos los estudiosos de este arte y aficionados en general.
Aquí van unas líneas de una conferencia de Luis Soler en el Ateneo de Madrid, 1995. Para mí resultan bastante reveladoras.
"Antonio Cruz
García comprendió desde muy joven, y creo que como nadie, todo lo que encierra
la tradición, su respeto y sensibilidad a las fuentes de la cultura y a sus
orígenes. Se podrá afirmar sin temor a equivocarnos que el maestro de los
Alcores fue un amante de la tradición. Ello le llevó a revivir los cantes de
muchos cantaores cuyos metales, la guadaña de la historia sepultó y condenó al
silencio. Tal vez por ello nunca atesoró para él ni tan siquiera un sólo cante,
un sólo estilo, un sólo tercio. Para él todos tenían sus dueños.
¿Podía ser esto un
exagerado ejercicio de modestia y de humildad? Es posible, pero para él fue más
que nada un obligado acto de justicia, el reconocimiento a legendarios
cantaores gitanos del siglo pasado y, cómo no, su homenaje a siglos de rechazo
y desesperación sufridos por su raza. De ahí también lo de cante
gitano-andaluz. Esa posición se entiende, aún más, si se goza de una especial
sensibilidad con el mundo de los oprimidos y de los marginados. En definitiva con aquéllos que más sufren."
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