Pepe Torre, Chocolate, Antonio Mairena y Pepe Pinto |
(Manuel Bohorquez, periodista)
Y
entonces me contó una anécdota que le ocurrió con Antonio Mairena en la
localidad sevillana de Villanueva del Ariscal. Mairena no era todavía muy
conocido -eran los años 50-, pero ya le gustaba cantar tonás en los pueblos,
demostrar su pureza. Cuando acabaron de cantar un poco de todo, le dijo a El
Chocolate: “Antonio, ahora vamos a cerrar con un mano a mano por martinetes, si
te parece bien”. Le dijo varias veces que no, “que esos cantes son para cuatro;
que aquí lo que gustan son los fandangos, Antonio”, le insistió El Chocolate.
Pero el de Mairena dio tanto la tabarra, que lo hicieron. “Distinguido público
-dijo Mairena-, después de los fandangos y los aires festeros, Antonio y yo,
siendo sabedores de lo que gusta aquí el cante grande, el cante gitano-andaluz,
queremos despedirnos con una ronda por tonás”. Según me contó Chocolate, cuando
Mairena acabó de decir eso, el público comenzó a silbar y a tirar sillas al
escenario. “Tuvimos que salir de allí por patas, por medio de los olivos, y
llegamos a Gines, por lo menos”, contaba el de Jerez con mucha gracia. “Antonio
Mairena era muy pesao con lo del cante gitano; esos
cantes son para los aficionaos, para un cuarto”, solía decir Chocolate.
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