jueves, 23 de agosto de 2012

¿Está desfasado el "Mairenismo"? (1ª parte)

Como no pretendo  que el título lleve a error, debo aclarar primero que considero que es un hecho que el "mairenismo" de hoy día está algo alejado de sus orígenes en el sentido de que ha evolucionado hacia un aperturismo que a mí me parece positivo, sin olvidar las raices, que es lo importante. Sólo hay que ver la cartelería de los festivales de Mairena del Alcor de los últimos tiempos para verificarlo. Se trata de hacer un poco de historia y de sacar a la luz los puntos controvertidos de esta "doctrina", con el objetivo de intentar alumbrar a aquellas personas que sienten alguna inquietud por este arte.

El escritor Ricardo Molina y el cantaor Antonio Mairena publicaron en 1963 su obra "Mundo y formas del cante flamenco".


No cabe duda que este libro trazó una línea temporal en la forma de ver y entender el Flamenco. Tal vez fue incluso pionero en la concepción moderna de la Flamencología al incluir un cierto método de análisis y despertar un renovado y creciente interés por el cante flamenco como objeto de estudio por parte de intelectuales y musicólogos de su tiempo. Mairena y Molina tuvieron el mérito de conseguir una rehabilitación artística y social de este arte. Los aficionados al Flamenco se felicitaban por este logro y sentían una enorme deuda de gratitud por los autores.
Todo tipo de investigadores interesados en el tema; periodistas, escritores, poetas, musicólogos, artistas, historiadores y demás aficionados inquietos tanto nacionales como extrangeros se apuntaron al carro como Fernando Quiñones, Alvarez Caballero, García Ulecia, Caballero Bonald, Manuel Barrios o Pierre Lefranc. Pero ese interés despertado en un sector de la élite pensadora, fue un arma de doble filo, con el tiempo algunos fueron poniendo matices diferenciales en postulados mairenistas, aunque sin atreverse a contrariar seriamente el núcleo de la ideología filogitanista.  
En la línea más dura e intransigente del mairenismo, expresiones cargadas de desprecio eran habituales para referirse a épocas, cantes y artistas que no se atenían a sus pautas. La época  llamada Ópera Flamenca que ocupa aproximadamente desde 1920 hasta 1950 constituía el paradigma de lo que NO se puede hacer en el flamenco, y por ende los artistas que según este dogma "ruiseñoreaban afeminadamente" , utilizaban el falsete como recurso de voz, trataban de introducir innovaciones "cupleteras" para hacer más atractivo el cante, hacían del fandango y fandanguillo su estandarte en los escenarios o efectuaban un recitado poético entre tercio y tercio del cante fueron injustamente vapuleados, salvo los que Antonio Mairena y adláteres consideraban como elefantes blancos del cante como era el caso de Pastora Pavón, "La Niña de los Peines" o el  artista gitano cuyo señorío y credenciales flamencas le permitían el lujo de ir por libre, Manolo Caracol, aunque este último con excepciones.

Marchena, Caracol y Valderrama
El caso es que el Mairenismo superó al propio Antonio Mairena y se habrió un cisma en el Mundo Flamenco. El filogitanismo frente a las "gachonadas", el concepto de mantener a toda costa la pureza frente a la renovación o innovación artística aunque fuera de línea netamente flamenca, el cante gitano-andaluz por encima de cualquier otro cante andaluz y flamenco o poner el acento en la clasificación descerebrada de cante grande y cante chico, libro que publicó Jose Carlos de Luna en 1926, aunque fue criticada para luego construir una nueva teoría muy similar con los cantes gitanos y no gitanos. 
Para mí la pelea era y sigue siendo absurda porque se trata, en definitiva, del gusto de cada uno. Pero hay que tener en cuenta que hay gente que vivía y vive de ello, y la controversia es un filón de oro.
Con el empuje de nuevas generaciones de artistas como Camarón o Morente y la aparición de obras de intelectuales en revistas, libros y foros flamencos, el orden mundial flamenco fue trasformándose hasta llegar a poner las cosas en su sitio, y ese equilibrio pasó por intentar desmontar pieza a pieza el tinglado mairenista ("Alegato contra la pureza" de Ortiz Nuevo, por ejemplo, o los artículos y libros de Manuel Bohorquez o Faustino Nuñez) dejando al descubierto una estructura menor en volumen (pero muy sólida, a mi parecer) de lo que antes había llegado a ser una fortaleza casi inexpugnable, me explico; el principal método de investigación de la obra estaba basado en el rastreo por tradición oral, lo que en ocasiones llevaba a realizar arriesgadas hipótesis de débil consistencia, revestidas de una capa de verdad inmutable, sagradas herencias ancestrales, razones incorpóreas o de una cultura oscura y hermética de los gitanos asentados en "Andalucía la Baja".
Aunque reconozco que un poquito de misterio y leyenda no le vienen mal a este arte, tal y como refieren Luis y Ramón Soler en sus dilatadas obras sobre Antonio Mairena y sus cantes, desde mi punto de vista, aparte de los errores históricos y musicológicos ya aclarados, la mayor equivocación de esta obra es que defendió sus postulados minusvalorando toda manifestación flamenca que se salía sus parámetros, es decir de lo que significaba en ese época el flamenco puro. Esta concepción idealizada e inmovilista del Flamenco creó infinidad de tensiones y enemistades incluso entre algunos de los principales valedores del arte flamenco como fue el caso de González Climent, creador en 1955 del término "Flamencología" que pasó de ser uno de los padres rehabilitadores del Flamenco a ser ovbiado y desacreditado por los círculos mairenistas al escribir una desafortunada frase sobre el Maestro de los Alcores "Antonio Mairena: Nieve en Sevilla". Y más recientemente se puede consultar la obra de los hermanos Hurtado "La llave de la música flamenca", donde se ataca duramente ese mundo mairenista desde la musicología, aunque a veces se pase de recorrido (yo creo que al ser parientes del cantaor Juan Valderrama sienten la necesidad y la obligación de desquitarse).
A mi entender, se puede decir que Antonio Mairena clavó las estacas para delimitar las lindes del Flamenco y como consecuencia de la lucha provocada en el terreno, con paso del tiempo ha llegado a brotar oro líquido en forma de investigaciones históricas y musicológicas que han alumbrado bastante los orígenes y la evolución del Flamenco. Por suerte todavía hay más oro que sacar a la luz. 
En definitiva, gracias a estas controversias y disputas, todos los aficionados hemos salido ganando, y ¿a quién se lo debemos...?, a Don Antonio Cruz García, (Mairena del Alcor, 1909-Sevilla, 1983).

2 comentarios:

  1. Quien no se haya enterado aún de lo que significa ANTONIO MAIRENA en el flamenco tiene dos problemas:uno, que es tonto , y otro,que es subnormal.

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    1. No sé si es una crítica destructiva hacia el artículo o un halago hacia Antonio Mairena y hacia quienes le reconocemos como genio irrepetible a pesar de lo que hoy día se pueda saber del flamenco y su verdadera historia.
      Si es una crítica quiere decir que sólo se ha leído el título, por lo que le recomiendo que se lea el resto, creo que cambiará de opinión (si de verdad sabe algo de flamenco, claro)

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